Ubicado en los Jardines del Museo, el pabellón está concebido como un espacio etéreo en armonía con su entorno natural, que revela una visión fluida y siempre cambiante para los visitantes.
El espacio interior tiene como objetivo crear nuevas percepciones sensoriales, donde los límites entre el interior y el exterior se difuminan, los pisos se fusionan sin costuras con las paredes y el techo, desafiando las dimensiones espaciales para crear una experiencia única.
La forma del pabellón se basa en una manipulación geométrica simple de la Lemniscata, el símbolo matemático del infinito. El proyecto consiste en un perfil continuo de aluminio que sigue una trayectoria tridimensional en el espacio y se refuerza con membranas de PVC, creando una estructura ligera, rígida y autoportante de 4 metros de altura y 50 m² de área.
Los elementos del pabellón han sido diseñados utilizando herramientas digitales precisas, para ser fabricados en talleres y luego transportados y ensamblados fácilmente en el sitio.