Situada entre Sitges y el Parque Natural del Garraf, la vivienda se posiciona elevada en la cima de una montaña para disfrutar de vistas en ambas direcciones, al mar Mediterraneo y al valle. La vivienda está compuesta por dos volúmenes blancos paralepipedos articulados en forma de cruz creando un gran porche a la sombra junto a la piscina. Se busca fomentar la disolución entre el espacio interior y exterior, recurso característico de la arquitectura mediterránea. El espacio interior, formado por espacios abiertos interconectados entre sí, ofrece una experiencia fluida al usuario y apuesta por la indefinición funcional liberando multiplicidad de posibilidades de uso.